Uno de los grandes descubrimientos de nuestro viaje fue conocer la versión más alternativa y diferente de la capital de Estonia, gracias a nuestro amigo que reside allí desde hace unos meses. Esto nos permitió conocer algunos de los sitios menos turísticos, aunque más visitados por los habitantes de Tallinn, lo cual le daba un encanto diferente a nuestra visita.
El primer lugar que fuimos a conocer en la soleada mañana de sábado fue Telliskivi, una zona de antiguas naves industriales rehabilitda para zona creativa, de diseñadores y donde los restaurantes con terrazas al exterior y al sol, proliferan cada fin de semana (imag0102). El ambiente es fantástico, tranquilo, relajado y con muchas pequeñas obras de arte de creativos locales, que las exponen a cualquiera que le interese.
Esta zona está situada al Oeste de la capital, una vez dejada atrás la estación de trenes de Tallinn, junto a la cual podemos encontrar un mercado local muy interesante para pasear, puesto que muchos de sus puestos, no sólo son de comida (imag03) dispuesta de formas bastante pintorescas pero habituales para ellos, sinoq ue también podemos encontrar puestos con reliquias sviéticas de la época en que esta era una de las repúblicas soviéticas más desarrolladas, ver alguno de esos juguetes (imag04) y el ambiente de esas tiendas, es genial. Se nota cómo se mantiene ese aroma soviético que se va perdiendo poco a poco, ya que a medida que pasa el tiempo, los estonios quieren darle una nueva dimensión a su país, no en vano es el país de Europa con mejor conexión a internet del continente.
Por último en este post, y aunque es el lugar más cercano al centro histórico de la capital, fuimos a visitar uno de los edificios oviéticos más grandes de la ciudad y que más desasosiego provocan, el Linnahall, una megaestructura horizontal en forma de megabunker de hormigón abandonado y cerrado casi desde que se fueron los rusos, para evitar problemas y accidentes, donde a veces se realizan conciertos de manera clandestina (imag0506). El edificio tiene su cubierta (imag05) dirigida hacia el edificio desde el cual los espías soviéticos controlaban la ciudad y en particular a la gente que lo frecuentaba. Es un icono arquitectónico moderno en la ciudad, de nombre Hotel Viru y que hoy en día es el museo de la KGB de Tallin, el gran hermano que lo veía todo.
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