Una interesante manera de explicar la diferencia mental con que me encuentro muchas veces en China y que no se bien como describir para que desde otros lugares se entienda, esta forma es buena pero me faltarían mas matices, la encontré hoy en un articulo de un periódico español y su titulo: Pekin Ciudad Prohibida. (hoy no puedo incluir acentos en la entrada, teclado chino)
Si cierro los ojos e intento hacer un esfuerzo de abstracción y convertir todos esos sonidos en música puedo llegar a la conclusión de que conforman una pieza musical genuinamente china, con una melodía suave pero periódicamente rota por bruscos estallidos de platillos y tambores que pueden provocarte sustos casi mortales. No hablo de experiencias paranormales, hablo de la sensación que me provoca la mezcla de voces leves a ratos y a ratos bruscas, fundiéndose con el sonido de los cláxones y la música que vomitan algunos locales nocturnos abarrotados de gente. Podría parecer el latido de cualquier otra ciudad pero no, en Pekín se percibe otro sistema de pautas y frecuencias, otra gama de repeticiones y diferencias, otra música y otra velocidad, que resultan muy estimulantes para la imaginación y que tienen el poder de despertar los sentidos de modo bastante extraordinario y cautivador.
Y esa diferencia rítmica se traduce en diferencia de pensamiento, que se nota en cuanto uno habla con un pequinés. Da igual que el pequinés sepa castellano y la conversación transcurra en la lengua de Cervantes. Los esquemas mentales son tan diferentes que, en un primer momento, es necesario hacer un ejercicio de nivelación y proyección, es necesario ubicarse en el hombre universal, regresar al Renacimiento y a la vez situarse en el hombre global para que la conversación tenga algún sentido. Dicho de otra manera: es necesario despojarse de la propia nacionalidad y olvidar lo que en tu cultura es particular a favor de lo que es únicamente universal y atañe a la especie humana más que las tribus que la conforman; es necesario llegar a esa región ideal del Apocalipsis de Esdras en la que "hay hombres pero ya no hay pueblos".
Sin abandonar el tema de la diferencia y la igualdad, recuerdo mi último paseo por el Palacio de Verano. Hice el recorrido solo, porque la experiencia me ha demostrado que únicamente cuando vas solo puedes acceder al verdadero latido de una ciudad y a su laberinto sonoro.
Espero haber aclarado algo... al menos el texto expresa muchas de las cosas que siento en Shanghai a pesar de ser muy diferente a Pekin.
Escrito por Jesús Ferrero, escritor. Ganó en 1982 el Premio Ciudad de Barcelona con su primera novela, Bélver Yin. En 2009 ha ganado el Premio Anagrama con Las experiencias del deseo. Eros y misos.
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