"Lo que la Naturaleza no da, Salamanca no presta" este refrán define muy bien una de las razones por las que es conocida Salamanca, por su prestigiosa y antigua Universidad (imag01) por la que han pasado desde San Juan de la Cruz, Calderón de la Barca o Tomás y Valiente hasta uno de los más insignes próceres argentinos, Manuel Belgrano. Una institución que provocó que en lo arquitectónico creciera y fuera conocida también la ciudad con la proliferación de Colegios Mayores, conventos y palacios que se creaban a su alrededor y todo construido con la omnipresente piedra de Villamayor, piedra que cada uno de sus estudiantes pintaba con un vítor en rojo al terminar sus estudios, de ahí que encontremos continuamente por la ciudad los restos de pigmento rojo. Curiosamente los dos elementos más conocidos para cualquier turista sin perspicacia visual (imag02) son la fachada de la Universidad con la Rana escondida sobre un cráneo y la Fachada lateral de la Catedral con un astronauta perdido, razones por las cuales invierte la mayor parte de su tiempo en la ciudad y por la cual acaba recordándola como anécdota, espero. La Catedral(imag03), que en realidad son dos la Vieja y la Nueva, en el interior de la cual se pueden observar restos renacentistas, barrocos y de otros estilos convenientemente compensados, al exterior es extraordinariamente recargado y los cimborrios son de gran interés, y es que al final es el elemento arquitectónico que desde cualquier lugar d ela ciudad divisamos, incluso desde otro de los lugares representativos, el paso del río Tormes (imag04) a cuya margen dan una serie de casas del centro histórico junto a la estatua del Lazarillo, que nos da una estampa magnífica de la ciudad, pero para estampas imborrables, la Plaza Mayor (imag05), uno de esos lugares que la arquitectura acota para ser siempre recordado y vivido, y que forme parte de la imaginería urbanística española allá por donde iba, una Plaza que en otros mundos era Plaza de Armas y que aquí en las ciudades castellanas tanto se repitió con diferentes variantes.
Otro gran edificio de interés es la Casa de las Conchas (imag06) donde se sitúa la Oficina de Turismo, y desde la cual uno se encuentra a la misma distancia de todos los puntos de interés, catedral, Plaza, Universidad, Parques, Río, Palacio de Congresos, y es que este último es la pieza de arquitectura moderna que más podemos reconocer y visitar, no siendo fácilmente accesible la sala principal y por la cual el proyecto gana en consistencia (imag07), puesto que al exterior me defraudó un poco, aunque sabiendo la joya estructural que es esa cúpula iluminada lateralmente, se puede pasar el poco afortunado diseño exterior, aunque vigente en su época, finales de los 80 cuando Botta influenciaba tanto en todos. Y es que finalmente Salamanca es una de esas ciudades que hay que disfrutar paseándola, sin preocuparse por la arquitectura moderna, ya que la de la misma ciudad es suficiente para fascinarnos.
La regularidad tonal de las fachadas, los exquisitos embutidos, los diferentes caldos de las vides de la zona, los típicos Hornazos y como no, el bar de tapeo Bambú junto a la Plaza Mayor, donde caña y tapa es todo uno, algo no tan habitual, hacen que en conjunto esta tierra de charros sea excepcional para visitar y contemplar, no en vano desde 1988 la ciudad vieja de Salamanca es Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Otro gran edificio de interés es la Casa de las Conchas (imag06) donde se sitúa la Oficina de Turismo, y desde la cual uno se encuentra a la misma distancia de todos los puntos de interés, catedral, Plaza, Universidad, Parques, Río, Palacio de Congresos, y es que este último es la pieza de arquitectura moderna que más podemos reconocer y visitar, no siendo fácilmente accesible la sala principal y por la cual el proyecto gana en consistencia (imag07), puesto que al exterior me defraudó un poco, aunque sabiendo la joya estructural que es esa cúpula iluminada lateralmente, se puede pasar el poco afortunado diseño exterior, aunque vigente en su época, finales de los 80 cuando Botta influenciaba tanto en todos. Y es que finalmente Salamanca es una de esas ciudades que hay que disfrutar paseándola, sin preocuparse por la arquitectura moderna, ya que la de la misma ciudad es suficiente para fascinarnos.
La regularidad tonal de las fachadas, los exquisitos embutidos, los diferentes caldos de las vides de la zona, los típicos Hornazos y como no, el bar de tapeo Bambú junto a la Plaza Mayor, donde caña y tapa es todo uno, algo no tan habitual, hacen que en conjunto esta tierra de charros sea excepcional para visitar y contemplar, no en vano desde 1988 la ciudad vieja de Salamanca es Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
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