11 abril, 2008

Crónicas desde casi el ártico, descubriendo Reykjavik...

Definitivamente, esto ya es otro mundo, y eso que estoy en la ciudad, donde la naturaleza no es tan basta, donde los paisajes son hasta cierto punto artificiales, donde la luz del sol y las vistas son más acotadas, pero vaya lo sorprendente que es esta ciudad, y no por nada en concreto, sino por lo normal que parece, lo insignificante ante todo lo que hay más allá de esas montañas que me hacen sentir como en un matrix de civilización sabiendo que más allá hay un mundo casi lunar, por fin he encontrado árboles, pero me dicen que son los únicos de la isla, estoy expectante cara al fin de semana en que iremos en coche (imag01) hacia Grindavik, y el Gold Ring de Geisers, etc... pero ya aquí hay zonas de la ciudad donde el vapor de agua se controla para tener energía (sientes la energía de la naturaleza bajo tus pies y te hace sentir pequeño), ya aquí en el puerto se siente en los amasijos de hierro de los pesqueros (imag02) las inclemencias que hay más allá, ya aquí en el lago junto al Ayuntamiento (imag03) se siente la inmensa fauna que hay en otros lugares, ya aquí a pesar de los 2 maravillosos días de sol que llevo, se nota que la gente está habituada a algo diferente que todavía no conozco, y eso se nota en la arquitectura, como por ejemplo la catedral(imag04), un edificio extraño muy cerrado visto desde fuera pero muy luminoso por dentro, todo de hormigón y que domina la forma de la ciudad. Además los sorprendentes coches sobredimensionados por las inclemencias del tiempo me hacen presagiar lugares casi inexplorados, que haya 4x4 con neumáticos del tamaño de un tractor no deja de intranquilizar.
Reyjkiavik es una ciudad extensa con mucho espacio de uso dudoso entre las casas, todas ellas de máximo 3 alturas, salvo las zonas nuevas que ya están empezando a construirse junto al mar.
Además he repasado algo de historia viendo la Casa donde se reunieron Gorbachov y Reegan en aquella cumbre del 86 (imag05), pero no sólo política, hoy he estado en un genial proyecto del no menos genial maestro nórdico Alvar Aalto, del que ya hablaré más adelante, he descubierto alguna cosilla más de la arquitectura, y una de las cosas que más fuera de lugar me tienen es la claridad del sol, un sol que sale antes de las 7 y se pone a eso de las 21.30 a estas alturas del año, en verano ya no se pondrá nunca, pero ahora para alguien no acostumbrado es sobrecogedor!!
Cuanta grandeza hay escondida todavía para mi... pronto llegará!!

1 comentario:

Anónimo dijo...
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