Cuando uno pasa unos días en los Emiratos Árabes Unidos, una de las visitas obligatorias en Abu Dhabi es sin duda apreciar la magnificencia y espectacularidad de la Gran Mezquita (imag01) del Sheik Zhayed. Situada a las afueras de la ciudad enmedio de la nada es de muy dificil acceso a pie, y por tanto hay que ir en taxi o bien, si se tiene un coche de alquiler, que es lo normal cuando se visita el país, se puede uno acercar allí sin problemas.
El acceso es libre, pero como siempre el atuendo es muy importante, las mujeres deben cubrirse bien (incluido pelo de la cabeza) pero allí te proporcionan todo lo necesario, y los hombres las piernas.
El edificio es de una dimensión espectacular, sólo comparable a la gran Mezquita Azul de Istambul, al menos de todas las que yo he podido visitar.
Los exteriores diría que impresionan más que la Azul porque están lógicamente mejor conservados y los materiales utilizados son originales y una auténtica locura de caros (imag02), mucho revestimiento de oro, mucho mármol blanco, muchos motivos florales hechos en una cerámica preciosa, y una escala que te deja boquiabierto, así como la repetición infinita de columnas para dirigirte por su interior (imag03).
El interior en líneas generales me resultó más decepcionante, a pesar de que de nuevo los materiales eran de una calidad y un brillo incomparables, pero al ser una mezquita moderna, de bastante reciente construcción (2007), a veces la elección de materiales y colores me pareció ridículo, con plásticos muy resultones pero incomprensibles en un edificio así (imag04), y un interior demasiado nuevo para ser de uso habitual por los fieles cada viernes, me pareció demasiado irreal. Lo bonito de las mezquitas que he podido visitar en paises como Turquía, Bosnia, China, Singapur, era que sus interiores destilaban historia, uso, gente, vivencias, y esta parecía más un escenario de una película.
Por último, a la salida, y si tenemos la suerte de visitarla a última hora del día podemos disfrutar de un colorido de puesta de sol reflejado en sus mármoles digno de las mejores fotografías de turismo (imag05), y si encima eso va combinado con algunos de los rezos del final del día, acabamos por irnos de allí con un sabor de boca precioso.
El acceso es libre, pero como siempre el atuendo es muy importante, las mujeres deben cubrirse bien (incluido pelo de la cabeza) pero allí te proporcionan todo lo necesario, y los hombres las piernas.
El edificio es de una dimensión espectacular, sólo comparable a la gran Mezquita Azul de Istambul, al menos de todas las que yo he podido visitar.
Los exteriores diría que impresionan más que la Azul porque están lógicamente mejor conservados y los materiales utilizados son originales y una auténtica locura de caros (imag02), mucho revestimiento de oro, mucho mármol blanco, muchos motivos florales hechos en una cerámica preciosa, y una escala que te deja boquiabierto, así como la repetición infinita de columnas para dirigirte por su interior (imag03).
El interior en líneas generales me resultó más decepcionante, a pesar de que de nuevo los materiales eran de una calidad y un brillo incomparables, pero al ser una mezquita moderna, de bastante reciente construcción (2007), a veces la elección de materiales y colores me pareció ridículo, con plásticos muy resultones pero incomprensibles en un edificio así (imag04), y un interior demasiado nuevo para ser de uso habitual por los fieles cada viernes, me pareció demasiado irreal. Lo bonito de las mezquitas que he podido visitar en paises como Turquía, Bosnia, China, Singapur, era que sus interiores destilaban historia, uso, gente, vivencias, y esta parecía más un escenario de una película.
Por último, a la salida, y si tenemos la suerte de visitarla a última hora del día podemos disfrutar de un colorido de puesta de sol reflejado en sus mármoles digno de las mejores fotografías de turismo (imag05), y si encima eso va combinado con algunos de los rezos del final del día, acabamos por irnos de allí con un sabor de boca precioso.
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