La visita a la ciudad de Avilés había quedado relegada en todas las guías turísticas, hasta que apareció el mesías en forma de arquitectura centenaria blanca, Oscar Niemeyer.
Supo con su sensibilidad a veces ya quebrada en determinados proyectos, adaptarse al entorno, mirar la
escala del lugar y buscar su espacio, pero sobretodo sus vacíos, frente a la ciudad portuaria, que no tenía un futuro claro, con la decadencia de todos sus astilleros y puerto.
Por suerte, este proyecto cultural llevado adelante en momentos no muy fáciles, ha devuelto la alegría a una ciudad que gracias a este nuevo pulmón tiene fuerza para renovarse también en su casco histórico, mejorar sus ofertas culturales, y sobretodo, ofrecer ya hoy en día y desde hace tres meses, un escenario único en España, y de los pocos de Europa de esta índole, quizás Le Havre en Francia se le parezca, pero la sede Mondadori en Milán o sus últimos proyectos en Italia, no han sido de esta relevancia formal. Lo que a buen seguro tampoco ha ocurrido en ningún lugar, es la tremenda sensatez con la que se ha construido todo, y si bien es cierto, que hay elementos que no recuerdan al Niemeyer de Brasil, como es (conceptualmente) la pesada marquesina que une los edificios, bien se nota en cada uno de ellos un especial esmero por agradar no sólo a la ciudad y al visitante, sino también al gran maestro que nunca podrá ver su obra in situ, y eso bien merece la pena un esfuerzo.
Cuando uno llega a Avilés en tren, ya el único vestigio industrial de la ciudad, se ve al fondo algo que la transforma (imag01), y cuando tras pasar por la preciosa pasarela en acero corten que une la ciudad con un el lado del centro, accedemos al recinto, sobrio en color, vemos el cartel de bienvenida con un no menos sobrio, "Centro Niemeyer" (imag02), pero esa es su arquitectura, la que con muy poco te da mucho, la que con dos simples gestos te ordena un complejo programa, que resuelve casi sin querer muchas situaciones antes no pensadas.
Como ya se sabe el complejo tiene 4 edificios y un parking subterráneo que es el que provoca algunos gestos NO Niemeyer, como son los muros de hormigón sosteniendo la marquesina, y no esas columnas esbeltas que tanto recuerdo en Ibirapuera, las imagenes desde el edificio de administración, tienda, y restaurante (imag030405) son preciosas de esa unidad formal entre elementos tan diferentes.
Quizás a la torre que alberga el restaurante le falta mayor altura (algo subjetivo), me gustaría más en la escala del complejo, pero quizás no tanto en la de la ciudad, por tanto lo paso por alto. Acostumbrado a los diámetros del Museo de Brasília o de Sao Paulo, quizás es demasiado pequeño este (subjetivo de nuevo), pero es suficiente para lo que en principio debía albergar, ahora con su éxito se va quedando pequeño por momentos, pero quién podía preveerlo??, y el más majestuoso, el teatro, se alza como si nada a una altura magnífica para cerrar el complejo (subjetivo) y dar a todos por igual cada espectáculo artístico, como si fuera el último que Niemeyer contempla.
Sin lugar a dudas, un espacio fuera de este mundo y más en el de los sueños, una auténtica gozada visitarlo y más de la forma que lo hice, ellos lo saben, y no es necesario que de más detalles, pero gracias a ambos por hacer que mi experiencia en el Niemeyer fuera aún mejor de lo que podía imaginar. Y todo también debido a una tercera persona que anda muy muy lejos de Avilés... gracias también.
2 comentarios:
Visité la ciudad de Aviles hace unos cuantos años , y despues de leer esta entrada , que me ha gustado mucho , tengo que decir que he visto el Centro Niemeyer solo por fuera , pero que la ciudad , con esta obra ha cambiado mucho de fisonomia , sobre todo en lo que se refiere a los astilleros , pero es algo mas que esa zona lo que ha mejorado con este "regalo" del genial arquitecto.Mane.
Gracias por el comentario, está claro que la ciudad se ha visto muy beneficiada, es una pena que no pudieras acercarte a verlo, una razón más para volver!!
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