Una nueva comparativa entre ambas y probablemente la única en la que para bien ganaría Zaragoza es la de su utilización una vez terminado el gran evento que dinamiza la ciudad en el inmediato futuro. Mientras todos los edificios de la Expo de Zaragoza, fueron pensados de manera que pudieran ser utilizados posteriormente por empresas o instituciones que incluso se habían comprometido desde el principio, aún siendo esto en detrimento de la imagen final de los mismos durante la Expo, puesto que se veía esperas para forjados posteriores en edificios que iban a ser usados como oficinas. La de Shanghai en cambio va a ser un flagrante canto al derroche, puesto que la inmensa mayoría de los pabellones con presupuestos millonarios van a ser demolidos al final para construir en sus parcelas torres de viviendas inmensas como las que estamos acostumbrados a ver en China cada día(imag03), tirando por la borda cualquier esfuerzo por conservar algo. Solo cuatro o cinco pabellones de China y de usos múltiples van a usarse posteriormente (lógicamente el que alberga al país anfitrión) que es el emblema de la ciudad por sus grandes dimensiones y que ningún otro podía sobrepasar.
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