Otro de esos nuevos hoteles de Shanghái, que si da gusto ver y visitar tranquilamente es el Waterhouse. Un espacio minimalista con unos detalles bastante bien conseguidos, salvo excepciones de encuentros de materiales no demasiado resueltas. Por ejemplo el encuentro madera con pintura de ventanales, o bien los chorret
ones que deja el acero corten en la pared blanca, que estoy seguro en algunos lugares es a propósito y le da su carácter, pero a buen seguro en otros no lo era.
Su terraza es una maravilla con vistas preciosas sobre el río, aunque no espectaculares por falta de altura, por tanto, mejor disfrutarlas de tarde, y luego ir a uno más alto por la noche. En general el hotel es muy vanguardista, con un lobby que llama mucho la atención en China, porque al contrario que ostentar, lo que hace es dejar el edificio completamente "pelado".
Tal cual lo construyeron, sin ninguna decoración, sólo la estrictamente necesaria por la estructura, lo que le da un carácter fantástico para un arquitecto, y quizás sorprendente para los clientes.
Uno de los mejores lugares, su patio, con todas sus ventanas de diferentes tamaños, con espejos en el interior de las contraventanas, quizás para reflejar la luz a su interior, quizás para ganar más vistas furtivas, o bien sólo para reflejar aún más huecos de los que hay en realidad, sin duda un espacio diferente.
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