Por todo lo que contaba en las otras entradas es conocido Macao, pero es una ciudad que bien merece un extenso paseo puesto que además de lo mas llamativo, uno siempre se encuentra con rincones curiosos y sorprendentes donde los contrastes, como en toda Asia, son su punto más curioso.
Desde la pequeña colina donde se sitúa una de las mas conocidas iglesias portuguesas se puede ver casi siempre a los recién casados macaenses haciéndose fotos con su ciudad (imag01), el centro de la misma, siempre nos deja ecos de su pasado portugués con edificaciones que bien podrían estar en otros continentes (imag02). En su barrio más histórico y junto al rojo de la calle de la felicidad que ya nombré, algunos edificios siguen iluminándose como antaño (imag03), y en ese mismo centro esas abigarradas calles europeas siempre nos dejan un fondo de perspectiva perdido que nos recuerda que no estamos en el viejo continente sino en uno donde la altura no es un problema (imag04).
Pero sin dudas, y como siempre lo mas llamativo es la noche y hasta los edificios mas históricos se rinden a la moda de los colores chillones y kistch, puesto que nadie entendería en una ciudad europea que un rincón así se iluminara tan estridentemente y menos en Lisboa (imag05).
Desde la pequeña colina donde se sitúa una de las mas conocidas iglesias portuguesas se puede ver casi siempre a los recién casados macaenses haciéndose fotos con su ciudad (imag01), el centro de la misma, siempre nos deja ecos de su pasado portugués con edificaciones que bien podrían estar en otros continentes (imag02). En su barrio más histórico y junto al rojo de la calle de la felicidad que ya nombré, algunos edificios siguen iluminándose como antaño (imag03), y en ese mismo centro esas abigarradas calles europeas siempre nos dejan un fondo de perspectiva perdido que nos recuerda que no estamos en el viejo continente sino en uno donde la altura no es un problema (imag04).
Pero sin dudas, y como siempre lo mas llamativo es la noche y hasta los edificios mas históricos se rinden a la moda de los colores chillones y kistch, puesto que nadie entendería en una ciudad europea que un rincón así se iluminara tan estridentemente y menos en Lisboa (imag05).
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