Cuando las cosas no son lo que parecen...

Era un día soleado, templado y sin una sola nube en el cielo, era el día indicado y llegaba la hora H, todo iba por buen camino, todo como él lo tenía planeado, las cosas comenzaron como es habitual cuando las saetas ya empezaban a desesperarse, y a pesar del inicio titubeante todo fue perfectamente, al menos así lo sentía él, los que allí le observaban asumieron positivamente lo expresado y tras algún comentario hiriente pero no hostil le dejaron dar su última bocanada antes de pasar a mejor vida, y tras pedir un aplauso inesperado todo acabó.
Una felicitación tras otra, alegría y no menos intranquilidad por el resultado esperado y justo, el tiempo transcurría infelizmente de forma agonizante, aunque como todo en esta vida, acabó llegando, y la manera en que se le esputó el mismo no fue agradable, finalmente como es ley de vida, la gran mayoría de los que debían valorar aquello lo castigaron por incomprensión, quizás por irresponsabilidad, tal vez por dejadez, y a buen seguro sin saber las consecuencias que aquello acarreaba, quizás el futuro sonrojo, quizás simplemente la intranquilidad, pero cuando él se para a pensarlo se da cuenta que a buen seguro es la dejadez, anacronismo y falta de miras más allá de sus narices, lo que a buen seguro junto al desconocimiento les va a proporcionar la eterna serenidad.
A pesar de ello fue un día importante, y queda plasmado para siempre alguna semana después en este diminuto lugar, ese martes de Abril en que cambió su vida.