Chinchón en Madrid

El fin de semana pasado de nuevo, me escapé a la capital de España, aproveché el puente tan lluvioso por la costa levantina para irme a la meseta a tantear el ambiente en Madrid donde había buen clima, se trataba de unos días con amigos y poca arquitectura, más bien de viaje-visita, conocí todavía mejor los domingos de cañas de Madrid, y los ambientes nocturnos en diferentes barrios, pero la entrada se centra en lo que para mi fue un espectaculo arquitectónico y personal en muchos sentidos, y es que el sábado a mediodía fuímos a comernos un cochinillo increíble a Chinchón, la cosa se hubiera quedado en anécdota de no ser porque al llegar a esa Plaza Mayor recordé el porqué me sonaba tanto la ciudad, quizás los grabados de Goya, quizás historia, el caso es que ese espacio central aunque irregular, está claramente ordenado por balcones que estaban en rehabilitación, todas fachadas de tres plantas con balcones pintados en verde, mi cicerone además, tenía especal interés en comer en uno cuyas ventanas daban a la plaza, esperamos más de 40 min para comer y empezamos a las 15.50, y para nuestra sorpresa y es por lo que ya me consideré todavía más afortunado, es porque ese día se celebraba una corrida de toros en la plaza mayor, y que podíamos ver desde los ventanales. No entraré en el eterno debate de si toros si o no, a lo que voy es que fuí afortunado de poder ver una de esas numerosas actividades que históricamente se han producido en esta plaza, ver aquel espacio, mientras comes un cochinillo, hueles la cocina castellana y escuchas el ambiente festivo al exterior, todo ello... no tiene precio.